Didáctica de lo Procesal
El Colegio,
los profesores, nuestros padres, la sociedad en su totalidad destaca la
importancia del aprendizaje de las matemáticas, pero a su vez, son ellos
quienes no pueden otorgar una motivación que prevalezca para que los alumnos y
alumnas puedan familiarizarse y entender en su mayoría los conocimientos que
esta asignatura imparte en las sala de clases.
Son las
pruebas estandarizadas las que nos permite identificar información actualizada
con respecto a esta área del conocimiento del currículum nacional, un ejemplo
de esto, son los resultados SIMCE 2013, donde se expone que existe un aumento
del nivel insuficiente en el aprendizaje matemático. Las estadísticas frente a
este planteamiento son claras, éste nivel alcanzó un 36,7% el año 2012,
teniendo un aumento en un año de 3,2%, llegando así a un aprendizaje insuficiente
de un 39,9% correspondiente al año 2013, datos que no solo se evidencian en el
nivel insuficiente de esta prueba, sino también en su nivel elemental y
adecuado con respecto al aprendizaje de esta asignatura.
Si queremos
analizar este aprendizaje a nivel internacional, solo tenemos que recalcar los
antecedentes que entregó la Prueba TIMSS 2011 (Estudio Internacional de
Tendencias en Matemáticas y Ciencias), donde Chile, al ser evaluado en los
cursos 4° y 8° básico en la asignatura de Matemática, se encuentra en un
cuadrante bajo el promedio internacional y en un puntaje bajo el centro de la
escala con solo 462 puntos, ubicándose en un nivel bajo, según la tabulación de
desempeño que establece ésta prueba.
Datos como los
anteriormente señalados, nos llevan a dedicar varias hipótesis con respecto al bajo
dominio de este contenido a nivel nacional e internacional. No obstante, surge
una duda fundamental al revisar lo que se espera en la forma de evaluación de
esta asignatura por parte del Ministerio de Educación, entidad que estipula en
su página oficial, en el apartado de Matemática, que la evaluación del
aprendizaje en esta asignatura en ningún caso es recomendable usar una
exclusiva evaluación final, otorgando variadas sugerencias evaluativas
formativas y calificativas para el dominio de este aprendizaje, argumentando a
su vez, que ésta asignatura permitirá al educando desarrollar un pensamiento ordenado,
crítico y autónomo.
En relación a esto, puedo decir que, la
Didáctica de lo Procesal o las técnicas evaluativas de proceso están
completamente ausentes y olvidadas en las aulas de clase de nuestro país, en
las cuales, los docentes que imparten ésta asignatura (en su mayoría)
privilegian la evaluación final, el aprendizaje adquirido, el conocimiento
explícito en el desarrollo escrito de una resolución de problemas antes que el
evaluar lo que el alumno o alumna adquiere clase a clase en el desarrollo del
contenido.
Es la
Evaluación de Proceso, una orden ministerial explícita en las páginas oficiales
del currículum, la que se olvida y no se le otorga el realce que merece,
desmereciendo lo que el alumno pueda aprender y dominar un día cualquiera en una
clase de matemática, siendo avasallado por la gran cantidad de contenidos
evaluados a fin de cada mes, contenidos que lamentablemente el escolar no comprende
y domina de manera adecuada, surgiendo la desmotivación, el desánimo, la poca
atención al pizarrón lleno de ejercicios, de los cuales sólo importa su
producto final y no lo que el alumno adquirió en una clase determinada, lo
cual, lo hace su aprendizaje significativo, pero ausente al aprendizaje que el
profesor establece como un dominio de la asignatura y un ser matemático.
Fue Moreno
(1984), en sus apuntes de Cuaderno de Pedagogía quién propuso que la matemática
tradicional se basaba en la repetición y memorización de resultados y
operaciones, privilegiando el resultado por sobre el proceso. Situación que en
ambientes motivacionales de nuestros alumnos toman una connotación al no querer
el aprender matemáticas, al no identificarse cuando el profesor plantea
problemas de la vida cotidiana, provocando uno de los índices en la baja
adquisición de esta asignatura y sus contenidos. De esta forma se cataloga a un
país entero con bajos porcentajes de iniciación, empoderamiento y éxito de las
matemáticas, vinculando sus mayores fracasos a desarrollos cognitivos y sociales
donde se sitúa el alumno o alumna por sus bajas calificaciones, situación que
no cambiará mientras se siga privilegiando la evaluación final antes que la
procesal.